lunes, 4 de enero de 2010

Miércoles, 10/6/09

Estoy en el jardín regando las plantas y veo pasar nuevamente a Hai con los peques y las chicas. Me decido y parto detrás con el bebe atado (esta vez es Emilio). Llego al patio de juegos y están ya todos jugando, Hai está en el carrusel, se prepara para partir a la luna con unos 10 niños y niñas, llama a Houston solicitando permiso para despegar, yo los miro sin acercarme. Han pasado más de 13 minutos y me mira y me habla y me felicita por mi bebe, me le acerco a mostrárselo y le digo: sabe, soy profesor y me preguntaba si podría trabajar contigo. Me mira sorprendido y me dice que justamente anda buscando a un varón que le ayude y que hoy tiene 3 entrevistas de trabajo más, así que serás el 4to. Le digo que mi hebreo no es de lo mejor y que tengo un título de educador, me responde que lo que el necesita es mi alma. Pactamos la cita en el café de Hadar Yosef (para tres horas más). Voy a la cita y conversamos, me pidió que le contará de mí. Me presenté, le dije quién era y qué hacía, le conté que tengo un hermano con parálisis cerebral que me había regalado el don de comunicarme con las personas sin hablar, de entender a los niños y de saber interpretar sus deseos. Le dije que se me daba mucho jugar con niños. Que siempre había química con ellos. Le conté que mi motivación de trabajar con niños tan pequeños era la posibilidad de estar con seres humanos libres de la contaminación socio cultural, que eso me ayudaba a mi a limpiarme y trabajar en pos de una sociedad mejor. Me dijo que era muy lindo oír lo que le decía. Y que ya estaba, que fuera mañana al jardín a probarme. Me pidió un CV y se lo mande por email en la tarde.









Jueves, 11/6/09

Me levanté y me fui sin desayunar al Jardín. Me recibió Daniela. Ella habla español. Me ofreció un café y nos presentamos mutuamente mientras pelaba y molía paltas para el desayuno. Le puso muy poca sal y no le puso limón. Cuando llegué al Jardín de Jai (Hai) ya había llegado Mijael, uno de los niños más pequeños. Luego comenzaron a llegar los demás niños con sus padres. Mientras vi cómo Hai armaba un “barco pirata” dando vuelta una mesa y amarrando una escobillón a una de las patas a modo de mástil. Daniela se sentó en una mesa a modelar con “plasticina” (no es realmente plastilina, creo que es una cera que mana de las abejas o algo así). Algunos niños se le unieron y otros se pusieron a jugar en la sala contigua. Otra mesa fue dada vuelta, rodeada por sillas, y un colchón se le puso adentro y sobre este una tela azul, emulando el mar.

El jardín (la casa) tiene forma de L. si entramos a la ele desde arriba, nos encontraremos con la cocina, luego una pequeña sala de estar que se conecta a otra sala más amplia donde hay 3 mesas y muchas sillas. Esta sala se conecta a su vez con otra sala alfombrada rodeada por repisas con figuras y adornos de madera, piñas y vainas y palos, utensilios de cocina reales (no juguetes) de madera y metal. Algunos muñecos de género para los dedos. Nada ahí es de plástico. También hay repisas con telas de colores y capas para disfrazarse, pero ninguno de estos materiales tiene un rol definido, pueden ser usados para cualquier cosa. Una capa puede ser la capa de un pirata y a su vez el delantal de una camarera, dependiendo del contexto del juego.

Me senté junto a Daniela y los niños a modelar. Me dijo que estaban modelando “seres del bosque”. Hice un par de pelotitas y unos lulos y no supe como darles “vida”. Me sentí sin ideas pero fue chistoso encontrarme en esa situación rodeado de niños.

Enseguida comenzaron a cantar una canción que invitaba a ordenar. Algunos niños cooperaron, sobre todo los más pequeños. Luego de que todo estuvo puesto en su lugar, nos sentamos todos en circulo en la “sala alfombrada” y cantamos una canción para saludar al sol, la tierra, la lluvia el pasto que crece... y a cada uno de los niños y facilitadores (usaré esta palabra en vez de tías o profes). Luego, cada pequeño fue invitado (uno por uno) a sentarse a la mesa.

Los niños siempre se sientan en la misma mesa, con el mismo facilitador y en el mismo lugar. Se canta una canción para bendecir y agradecer la comida, nos tomamos de las manos. El facilitador guía, Jai, comprueba que en cada una de las mesas estemos todos tomados de las manos: alzamos las manos enlazadas para que las vea. Ya podemos desearnos buen provecho y comer.

Para el desayuno comimos ensalada de palta con huevos, fruta picada y pan negro horneado.
El pan fue horneado esa misma mañana y la fruta fue picada por Jai mientras otros jugábamos o modelábamos con “cera de abeja”.

Los facilitadores intercambian los roles a menudo durante la jornada. Unos con los niños en el patio y otros preparando el interior.

Una vez terminado el desayuno nos fuimos a lavar las manos y luego a jugar al patio. Recordemos que este fue mi día de prueba en el jardín. A estas altura ya hube establecido contacto con varios niños. Unos se mostraron muy interesados en mi presencia y otros no tanto. Pero ni uno me ignoró.

Jugamos mucho. El patio es de arena. Tiene un par de columpios tipo hamaca individual, una plataforma de madera en altura. Troncos enterrados en lineas. Muchos utensilios de cocina. Una carpa azul (de camión, tela impermeable muy gruesa). Tablas delimitando espacios y formando estructuras para que los niños jueguen en ellas (rectángulo con asientos y timón). Nos pusimos a jugar con los niños ahí hasta que fuimos llamados a almorzar. El juego libre tiene un gran importancia en este Jardín. A medida que vayamos jugando iremos comentando las experiencias. Basta decir por ahora que a Yali, un niño muy especial amante de la música, se le ocurrió ponerse a tocar el Chelo con una escoba y un palo, luego me le uní con el contrabajo. Le dije que nos ubicáramos en una plataforma de madera y que ese sería nuestro escenario. Presente a la banda al resto de los niños y comenzamos a tocar. Poco a poco la banda creció y pasamos de ser un dúo a ser una filarmónica (idea de Yali).

Antes de volver al interior, nos sacudimos la arena del cuerpo cantando y saltando. Luego nos fuimos a lavar las manos y volvimos a sentarnos en circulo (pero esta vez en sillas) en la sala alfombrada a escuchar un cuento. Luego del cuento fuimos a comer. Terminamos de comer, volvimos a jugar al patio. Jai me dijo que cuando llega un nuevo facilitador a probarse, con suerte entablaba contacto con los niños. Dijo que nunca vio algo parecido a mi caso y que quedaba contratado. Que poco a poco iría puliéndome y que su conocimiento estaba allí a disposición mía. Que yo había nacido para educar niños y que llevaba la Antroposofía dentro de mí sin saberlo. Me pidió que volviera el Domingo a trabajar (en Israel el domingo es el primer día de la semana).

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