Una de las
actividades que más me gusta hacer en el campo, en la huerta y en el
macetero, es cosechar y conservar semillas. Disfruto mucho de ver y
vivenciar los ciclos de las hortalizas de principio a fin, de semilla
a semilla.
Antiguamente, y no
hace tanto tiempo, las personas dedicadas al cultivo de los campos
tenían la costumbre de guardar sus semillas para la próxima
temporada. Para ello podían seleccionar algunas plantas por sus
cualidades, dejarlas florecer y semillar, para luego cosechar sus
semillas.
Esta práctica se
ha visto profundamente afectada, debido al progreso y las grandes
compañías fabricantes de semillas. Este proceso ha
durado muchos años y se ha desarrollado por todo el planeta. El plan
de estas súper compañías y sus empleados ha sido el de introducir
semillas genéticamente modificadas para luego poder cobrar por su
uso.
Estás grandes
multinacionales comenzaron apropiándose de las semillas de las y los
campesinos, para luego modificarlas genéticamente, patentarlas y
controlar la producción de los futuros cultivos forzando la adopción
de estas semillas modificadas, ya que al estar patentadas los y las
campesinas deben pagar por utilizarlas, incluso viniendo de sus
propios cultivos. Y como si fuera poco, estás multinacionales
controlan la industria de los pesticidas, por lo que los y las
campesinas están doblemente acorralados.
Así que como a
nosotris nos gusta mucho rescatar saberes y practicas de otros
tiempos, pues nos parece sumamente interesante ofrecerles a los y las
niñas pequeños la posibilidad de vivenciar directamente esta
experiencia.
A continuación una
secuencia de fotos donde hemos cosechado una planta de rúcula
(https://es.wikipedia.org/wiki/Diplotaxis_tenuifolia),
recolectado y almacenado sus semillas.
Que disfruten!!!