Hoy hemos comenzado nuestro ataque
revolucionario junto a los peques de nuestro Jardín Kukuriku.
Leyendo y mirando el legado del maestro Masanobu Fukuoka, mesías de la agricultura natural, nos parece
una idea muy noble y simpática la de embarrarse las manos para regar
los campos de semillas, y no sólo los campos: patios, plazas, peladeros y
huertos por los que día a día transitamos serán las víctimas de
nuestros ataques contra el status quo y la industria de la
alimentación y su detestable lógica.
Aunque además de un ataque, esto nos entretiene mucho y nos sirve para crear conciencia a nuestros vecinos de que es posible relacionarse con la naturaleza de otras maneras. De manera natural digamos.
Pues bien, a continuación les dejo unas
fotillos para que vean que fácil es, como un juego de niñ@s.
Lo primero que hacemos es arnear la tierra que usaremos.
Luego mezclamos las semillas con la tierra.
Hemos usado semillas coma las que se ven arriba y también otras que hemos adquirido en una tienda de especias de por aquí. Hemos incluido semillas de lentejas naranjas, trigo, arroz, maíz, quinoa, chia y hasta más.
Otra de las cosas lindas de esta aventura es que no sabemos nada con certeza. No sabemos si las semillas que usamos son las idóneas, no sabemos si estas germinarán, ni como ni cuando. Y es precisamente esta incertidumbre una de nuestras motivaciones.
Luego agregamos más y más tierra o arcilla (nuestra tierra es arcillosa) y hacemos una masa con la tierra y las semillas. Luego tomamos pedacitos y hacemos bolitas con las manos y dejamos las bolitas secando al sol.
Aquí nuestras Nendo Dango, alistándose para el asalto terrícola
Amor--Abundancia--Anarkía
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